La
perennidad tenía de los ceros
azules
de sus ojos de adivina;
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José María César |
guardaba
sus ajorcas de luceros
de
la noche en la diáfana vitrina.
Era
una luna viva: a los senderos
que
andaba daba magias de morfina;
sus
pasos eran lentos aguaceros
que
arrancaban la música a la ruina.
Su
espíritu era un místico tesoro;
del
de un cisne astrólogo era hermano
su
fetichista y leal sonambulismo.
Y
agonizó con aquel cisne humano
bajo
un rosal de rosas manto de oro
que
velaba en su aroma un exorcismo.
"Es la tarde en el jardín" Poema de Jose María César dedicado a Mario Bialet Laprida
A Mario Bialet Laprida
Jardinero pon tu esmero
En las rosas que aún estan,
Riégalas con el reguero
De tus lagrimas , lijero!
Que esas rosas ya se van.
Diles todo lo que cuadre
A un Amor que vá a partir
Sé para ellas como un padre
Qué a sus hijas ve morir...
Viejecito jardinero
Dales luz de tus pupilas
Y al oirte plañidero,
Creerán que del Lucero
Las requieren las Sibilas
Diles cosas de consuelo
Que ya es tiempo que tu digas
Porque ya desde su cielo
Las ordenan tomar vuelo
Las estrellas , tus amigas...
Diles, diles, trovas bellas
Que esas rosas de almo raso
Son almitas de doncellas
Que abandonan las estrellas
Al morir - y están de paso-
Mira otear las golondrinas
Por llegarse hasta el rosal,
Ellas saben , adivinas ,
Que á tus rosas opalinas
Las aqueja un grave mal
Téjeles con tus suspiros
un tisú de luz astral
Que en sus vuelos, que en sus giros
Las aduerma un sueño ideal.
Ve a velarlas; en el cielo
Las estrellas arden ya
¿Qué hada tiende ese albo velo?...
LLora! es lloro de Jehová.
"Es la tarde en el jardín" forma parte del capítulo "Los engañosos ruiseñores" incluído en el libro de poemas de Jose María César titulado "Ruiseñores" y editado en 1913 por la Imprenta Argentina de Vicente Rossi.
El libro se divide en tres partes:"Los engañosos ruiseñores" , "Los sabios Ruiseñores" y "Ruiseñores exóticos" . La dedicatoria que lo encabeza dice:
"Lector, brindo a tus manos las jaulas de mis versos,
Que en sus estrofas guardan ruiseñores diversos;
Son golpes de sus alas en las rejas las rimas,
Que alternan en un fresco agridulce de limas.
Lector, para sus noches consteladas o tristes,
cada uno de ellos tiene aprendidas cantatas;
De tus bondades brindales los dorados alpistes
y volcarán en tu alma sus músicas más gratas"
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